Dejarse llevar por el caos interno es más fácil que enfrentarse a uno mismo. Es más accesible el buscar en el exterior respuestas a las que de antemano se sabe que se encuentran dentro. Una manera de huir de uno mismo es el desear lo que no se tiene y que se aprecia en los que nos rodean, siendo esto una limitante aun mayor que la propia limitante de no alcanzar lo que se quiere. Y es que quien nos garantiza que eso que tanto codiciamos sea la respuesta al vacio interno? Es lo que sucede cuando se esfuerza por llegar a un punto y al volver atrás se da uno cuenta que no era lo que se esperaba o quería, se sigue igual, igual de vacío. E incluso se llega a sentir felicidad ante la desgracia de los demás, se le desea el mal, inclusive se le hace el mal, con el objeto de que eso que la otra persona tiene, que pienso yo carezco, no me demuestre que no lo tengo sin embargo por dentro lo deseo. Y lo demás que hay en mí qué? Lo dejaré a un lado por concentrarme en eso que quiero y que no tengo? Hasta dónde puede llegar alguien con tal de obtener lo que no le pertenece? Y hasta dónde puede llegarse a corroer el ser interno, por esa necesidad auto infligida, creada artificialmente por todos los medios que nos rodean los cuales se encargan de idealizar ciertas características banales sin exaltar el espíritu del ser humano como lo más bello y único que puede poseerse; olvidándose por completo y obligándonos a olvidar que el SER es más que materia pura sino que está compuesto por materia y espíritu. Actualmente enaltecer el espíritu es una burla, no es lucrativo, no interesa, cuántos libros yacen olvidados en los estantes esperando a ser siquiera ojeados y se prefiere enfatizar en encender la televisión para alimentarse de cualquier chatarra que la sociedad en decadencia nos provee o nos desee introyectar? Es enfermizo vivir así porque jamás se acrecentará lo demás que nos conforma y solamente estaremos expectantes hacia lo que hacen los demás, lo que mueve a las masas; realizar un cambio estando en estas condiciones es desear lo imposible, proponer algo nuevo, novedoso y enaltecedor es trabajo de otros no de uno mismo, así se piensa y es lamentable. Cada quien tiene algo diferente que ofrecer, somos personajes distintos. Debemos reflexionar que lo que consideramos deseable en el otro pudiese ser dañino en uno mismo, sin embargo si es posible reconocer el interior y se aprende mediante otras habilidades a suplir lo que no se tiene, no solo se vuelve uno un ser más completo sino algo más importante un ser único, diferente a lo que la sociedad pinta, exige y con lo que está conforme. Eso es lo que en realidad caracteriza a un genio, no sus flaquezas sino sus virtudes, la manera en que con lo que tiene pudo explotarlo y llegar a ser alguien diferente, un ser real, un ser verdaderamente original, el alcanzar la AUTENTICIDAD no solo de cuerpo sino de ESPIRITU. Esto es lo que el mundo necesita, lo que la sociedad implora, un cambio que venga desde adentro, que reforme el ser y que permita al hombre acercarse cada día más a esa palabra, muchas veces lejana pero verdaderamente tangible, que llamamos felicidad.
Si ser médico es entregar la vida a la misión elegida. Si ser médico es no cansarse nunca de estudiar y tener todos los días la humildad de aprender la nueva lección de cada día. Si ser médico es hacer de la ambición nobleza; del interés, generosidad del tiempo destiempo; y de la ciencia servicio al hombre que es el hijo de Dios. Si ser médico es amor, infinito amor, a nuestro semejante, entonces ser médico es la divina ilusión de que el dolor, sea goce; la enfermedad, salud; y la muerte vida
martes, 11 de octubre de 2011
La limitante es interna por Elsa Sánchez Navarrete
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario